Como si no hubiera pasado casi un año tres el final de la primera
temporada, El Ministerio del Tiempo ha vuelto con la misma esencia con la que
nos maravilló durante el año pasado.
Si ya era una serie muy característica, con sus rasgos típicos, esta
segunda temporada empieza más ministérica que nunca.
A continuación, repasaremos las 4 virtudes y características de MdT
que siguen intactas en el inicio de la segunda temporada.
1) Serie Educativa:
El Ministerio del Tiempo es de las pocas series que no trata al
público como si fueran tontos. Tampoco trata sólo de entretener sin más. Es una
serie que busca educar y hacer pensar. Y tiene la gran virtud de saber mezclar
esa educación con la diversión y la aventura.
Nunca una serie ha hecho tanto para la cultura y la historia del país.
Por cierto, muchos profesores de historia deberían aprender de lo atractiva que
puede ser la historia si sabes cómo contarla.
Spínola y Alonso en la batalla de 1099 |
2) Respeto a la historia:
Y en su afán por descubrir la historia de nuestro país, la serie nos
muestra en cada episodio un trocito de ella. Pero lo importante es que lo hace siempre
desde el respeto y el cariño. Eso consigue interesar al espectador por los
sucesos acontecidos en sus tramas.
Y trata a los personajes históricos con todos los honores posibles.
Velázquez, Spínola, ‘El empecinado’ y López de Vega son algunos de esos
personajes que tienen el honor de aparecer en algún momento de la serie.
3) Mucho humor:
Aunque la serie trata temas muy profundos, como la historia o los
viajes en el tiempo, nunca faltan en sus capítulos los toques de humor.
El descubrimiento del ADN o del mechero por parte de nuestros
protagonistas, el “adiós George Clooney” o el “zorra” de Salvador Martí a Susana
Torres son momentos delirantes de la serie.
Spínola y "el descubrimiento" del fuego |
4) Amor por sus protagonistas:
El equipo es lo primero. Y los compañeros son sagrados. Y eso lo
transmite muy bien la serie. El cariño que le cogemos los espectadores a
nuestros aventureros es la base de esta “fiebre ministérica”.
Y el gran momento del episodio es la despedida de Julián que se marcha
a olvidar su pasado al pasado (es lo que tiene el ministerio). Sin duda un
momento emocionante que confirma lo que decíamos: lo más importante de la serie
es el grupo y el amor que sienten tanto los creadores como los ministéricos.
Julián marchando del ministerio (¿a la guerra de Cuba?) |
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