martes, 10 de noviembre de 2015

The Knick 2x04: "Wonderful Surprises"

La negación del yo, la aceptación del yo, la búsqueda de uno mismo en definitiva.

Hallarse a uno mismo bien equilibrado interiormente y en la sociedad no es tarea fácil. Si no se nos imponen unos roles para creer saber quiénes somos, entonces nosotros nos negamos a ver lo que realmente somos o no sabemos hacerlo sin las pautas de la “etiquetación”. Es necesario buscar y en el camino ambos problemas pueden fundirse sintiendo la alienación por la aceptación de los roles preestablecidos. Me da la sensación de que empiezo demasiado fuerte. No, no se trata de un galimatías, en el fondo tiene sentido y de eso trata en su mayor parte este capítulo.

¿A qué se refieren las sorpresas del título? De forma directa en el guión a la aparición de la mujer del Dr. Edwards. Se presenta literalmente en una línea del guión como una sorpresa para Cornelia. La sorpresa real es que en ese mismo instante ella debe enfrentarse a sus sentimientos y descubre hasta qué punto éstos están ligados a su querido Algernon. Pero vayamos por partes, prefiero trazar los caminos de cada personaje de manera individual en la búsqueda de su ego y las sorpresas que encuentran. También dejaré de lado el momento más sorpresivo para el espectador del episodio por su poca relevancia narrativa, que no visual a medio camino entre lo desagradable y la comedia.

Póster de la 2ª temporada de The Knick
El comienzo del episodio, continuación directa del final del anterior, me parece nefasto. La actuación de la hasta ahora desconocida Señora Edwards, resulta inverosímil en cuanto a la verosimilitud del personaje y a la interpretación. Bueno, por lo menos marca un camino que Edwards se ve forzado a seguir. Dicho camino muestra la segregación racial, más o menos opresiva según los ambientes, y la mujer del doctor le hace plantearse su posición como médico o para con la familia de Cornelia.

Lo que sí provoca la horrorosa escena inicial es otra posterior en la que Edwards muestra a su esposa los ambientes más recomendables para negros de la ciudad y en ese momento vuelve a aflorar no sabemos hasta qué punto y si de forma prometedora lo que hizo que esos personajes se enamoraran.

La búsqueda de Bertie tiene en común con la de Edwards la importancia que tiene valorar su posición actual como médico. Su pertenencia al escalón más bajo de los doctores de un hospital judío le hacen dudar de sus posibilidades de avanzar sabiéndose en el fondo un gran cirujano. Por otro lado quiere aprender a “ser un hombre” y acude a un prostíbulo, eso le da seguridad en sí mismo y aunque visto hoy sea superficial, en ese momento le hace reafirmarse como adulto.

La enfermera Lucy tiene claro quién quiere ser, quién merece ser pero quién no puede ser. Ella está volcada en la medicina y se cree capacitada para ser doctora, sin embargo al igual que no hay enfermeros en esa época, tampoco hay doctoras. ¿Será una pionera?

El Dr. Gallinger se ve fuera de lugar desde hace mucho e intenta encajar tanto a sí mismo como a su esposa en el mundo. Mientras ella busca volver a la realidad para complacerlo, cosa que acepta como su único fin, él duda de todo y busca una respuesta. De ahí que las peligrosas ideas de la eugenesia ya planteadas en el anterior episodio se arraiguen más en éste tras un incidente con inmigrantes en el que se ve envuelta su mujer.

Tackery atiende a su ex en el hospital tras un ataque
Thackery está más bien implicado en dos cuestiones puramente médicas en este episodio. Recordemos que quiere ayudar a su exmujer enferma de sífilis por su culpa. Él sueña con lo que podía haber llegado a ser de haber vivido una vida normal y anhela haber podido estar a la altura y compartir con ella una vida de felicidad. Busca la redención en la cura, una arriesgada apuesta infectando a la mujer de malaria para que una brusca subida de la fiebre mate todo tipo de espiroquetas. Esta trama era totalmente previsible, incluso el recurso final a la máquina del Dr. Edwards para subir la temperatura. Sin embargo es una trama entretenida y nunca sabes cómo van a salir las cosas en el hospital.

Por otro lado, la otra investigación de Thackery, la de las adicciones por fin pasa a centrarse en un problema localizado en el cerebro. La respuesta está en él, en su psique, lo que pasa que es incapaz de aceptar su realidad, de aceptar el hecho de que es un problema psicológico y psiquiátrico además de físico el que lo llevó a ese estado.

El rufián de Barrow tiene muy claro quién es, pero las sorpresas, siempre negativas, van intrínsecamente unidas a su naturaleza codiciosa, libertina, deudora e irresponsable. Sus acreedores lo manejarán siempre.

Cleary recoge a Harriet tras su salida de prisión
Uno de los puntos que más me han gustado es en el que Tom Cleary en un plan trazado por Cornelia reúne a varias mujeres de la alta sociedad que en su día acudieron a los servicios de la hermana Harriet. La sorpresa para ellas es que vuelva su pasado a atormentarlas, que su identidad se haya hecho conocida en ese pequeño círculo y las caras que ahí encuentran. Cleary les deja bien claro que por su bien y antes de que se interrogue bajo juramento a la antigua monja sería preferible solucionar la situación. No se sabe ni quién ni cómo pero lo consigue. Algún amante poderoso de alguna alta dama hace justicia en la vida de Harriet. Ella, la única que realmente es quien quiere ser a pesar de encontrarse en una mala situación, que es sincera consigo misma y ahora ya con el mundo.


Lo que queda patente es que un mayor conocimiento de uno mismo no garantiza el éxito o la estabilidad social o emocional, pero en esta vida en la que tanto papel juega el azar, la honestidad con uno mismo y la búsqueda del crecimiento personal dan más papeletas para conseguir cierta felicidad

Eduardo Iribarren (@Eduarlittle)

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