lunes, 16 de noviembre de 2015

The Knick 2x05: "Whiplash"

El progreso no sigue una línea recta ni una velocidad constante. Toma extraños caminos, recovecos, y muchas veces se sale de las líneas trazadas por el camino de la moral. El progreso, al igual que el conocimiento, se basa en pruebas y errores hasta dar con el trayecto a seguir. Lamentablemente eso conlleva riesgos y, en muchas ocasiones, víctimas, ya sean trabajadores de una obra faraónica o pacientes voluntarios para nuevos tratamientos.

Bertie y su padre se encuentran ávidos de soluciones novedosas, están abiertos a todo posible tratamiento para salvar a la madre del joven doctor. Un pequeño rayo de esperanza aflora cuando el Dr. Edwards habla de la posibilidad de tratar con radiación los tumores y facilitar la operación, nada se garantiza pero la familia de Bertie está dispuesta a asumir riesgos ya que no tienen nada que perder. Como cabe esperar el nuevo jefe del médico en el Hospital Monte Sinaí no concibe procedimientos innovadores.

Por otro lado el joven está feliz en su nueva relación con Genevieve, la periodista que en una preciosa escena conquista a la familia del doctor en una cena gracias a sus dotes sociales, su sentido del humor, su acreditado currículum y su sensibilidad para con la enferma madre. Hace falta tener arrestos y don de gentes para atreverse a intentar ganarse como judía polaca a una familia tradicional cristiana diciendo que inequívocamente Jesús era judío ya que su madre pensaba que él era un dios y él que su madre era virgen.

Lucy gestionando la catástrofe del metro
La ciudad en su desarrollo vuelve a revolverse y un accidente en la construcción del metro deja multitud de heridos. Durante un largo rato vemos el equivalente a un episodio de Urgencias pero con un siglo de antelación. No es una crítica, resulta interesantísimo y un nuevo escenario en el que el Dr. Thackery puede demostrar su pericia e ingenio improvisando inventos. El contratiempo obliga a Henry Robertson, quien ahora dirige el hospital y que recordemos invirtió en el metro a espaldas de su padre, a no cobrar por los servicios prestados disfrazando el asunto de obra de caridad y diciendo que nadie ganará dinero con esa desgracia. A quien más afecta esta medida es al pícaro, abusón y en el fondo no mal tipo de Tom Cleary, quien ha intentado sacar tajada del asunto pagando en el  momento al resto de ambulancias por los pacientes una cuarta parte de lo que pagaría el hospital en semanas. Una gran inversión que se convierte en una mala apuesta.

La mayor evolución se presenta de nuevo en la enfermera Elkins. Sigue con sus estudios de medicina, es quien siendo una enfermera en prácticas dirige la gestión de pacientes y de prioridades en la crisis del metro y, tras haber probado el otro lado de la moral de la mano de Thackery, esta temporada ya no es la ingenua jovencita sino la astuta mujer.

Quiero destacar una escena en la que examina a Lin-Lin, una de las prostitutas de Ping. Le da el consejo médico de que si siente dolor o escozor en su “herramienta de trabajo” deje de trabajar. La prostituta le responde que dejará de tener sexo, no de trabajar, que una vez tiene a un hombre en su mano él hace lo que ella quiera. La enfermera toma nota. No olvidemos que estos exámenes a las prostitutas son un arreglo que el contable Barrow hizo con Ping para saldar su deuda y ahora pretende pagar por liberar a la prostituta de la que está encandilado.

Robertson y Elkins, la extraña pareja
Quiero volver de nuevo a Henry Robertson, personaje que está cobrando mucho más protagonismo en esta temporada por su cargo en el hospital y como clara personificación de la apuesta por el progreso frente al inmovilismo de su padre. Su camino se cruza con el de Lucy Elkins atraído por ella y ésta se deja querer e invitar a una cara cena. Lo que no sabemos aún son las verdaderas intenciones de la enfermera, si realmente siente algo por el adinerado gestor o sólo le sigue el juego motivada por las palabras de Lin-lin para sus propios fines laborales.

Centrémonos ahora en Thackery. Sigue volcado con su ex para quien no tiene secretos y con quien se siente en deuda. Vigila de primera mano su evolución tras ser tratada contra la sífilis llegando al punto de dormir en su casa. El momento confuso y tierno llega por la mañana cuando al ir a trabajar él la besa en un “error” según dice movido por la costumbre.

Ya hemos comentado la pericia que demuestra frente a todas las víctimas de las obras del metro, pero su investigación se centraba en la cura de las adicciones y ésta por fin le había llevado al cerebro. Me ha fascinado una escena para estómagos fuertes en la que con un voluntario sin la parte superior del cráneo demuestra los efectos de la electricidad en el cerebro repercutiendo en el aparato motriz y las emociones del paciente. Esta escena me parece un guiño crudo, sangriento y realista de la fantástica e  hilarante escena de El jovencito Frankenstein en la que también pretende demostrar el funcionamiento del sistema nervioso.

Clase de Anatomía cerebral del dr. Tackery
Dicho paciente es adicto a la morfina, de modo que le resulta perfecto para determinar el punto del cerebro que resulta estimulado ante el consumo de drogas. Tras detectar dicho punto practica una extirpación con las desastrosas consecuencias de que el paciente queda como Jack Nicholson tras la lobotomía en Alguien voló sobre el nido del cuco. Prueba y error.


No puedo terminar sin nombrar a tres personajes que pasan de refilón y que nos causan muy diferentes sensaciones. Por un lado la hermana Harriet pretende mostrarse atenta y ayudar a las otras mujeres del refugio en el que está mientras las monjas que lo dirigen la reprenden y pretenden condenar al ostracismo. Por otro lado el doctor Gallinger toma partido activo en la eugenesia realizando vasectomías a disminuidos psíquicos ofreciéndonos la mayor de las repulsas. Sin embargo no se queda corto el marido de Cornelia, quien muestra ante sus amigos sin el consentimiento de ésta la grabación cinematográfica casera que le vimos hacer el otro día ante un striptease privado, juguetón y casi inocente de su mujer. Este es otro tipo de progreso, en palabras de uno de sus amigos ha llevado la masturbación al siglo XX.

Eduardo Iribarren (@Eduarlittle)

1 comentario:

  1. El striptease de la grabación no lo hace Cornelia, lo hace una de las enfermeras, Daisy Ryan.

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