Uno de los mejores capítulos de la temporada, sin duda. No sé si
esta temporada es mejor o peor que la anterior, la verdad. Al principio pensaba
que sí, ahora que he visto uno de los mejores capítulos me planteo la calidad
general de este año.
En esta ocasión se ponen las
cartas sobre la mesa, llegamos a donde se veía que íbamos
a llegar tarde o temprano, lo malo es que tanto Bill como Virginia pierden como
personajes.
Por un lado Libby va a tomar un rumbo absolutamente diferente, se permite la
ocasión de elegir y elige liberarse. No escoge un camino en solitario, no
reniega del amor, simplemente no se
sigue dejando arrastrar por Bill y se le abre la oportunidad de pasar página,
de empezar de nuevo con otro amor. En pocas palabras, me toca seguir aguantando
al vecino, aunque debo decir que el
personaje del vecino en este episodio es entrañable. Lo que pasa es que al
actor, Ben Koldyke, no le da más que para una expresión y media.
Virginia también se encuentra ahora en un nuevo punto de partida,
no sólo toma la decisión de querer mantener una relación personal e íntima de verdad con Dan Logan, también
comprende que ya no se siente cómoda con Bill aunque lo intente y Dan le hace
ver que Tessa es plenamente consciente
de la vida personal que ha llevado su madre durante tanto tiempo.
Tessa... no sé si es el personaje o la actriz, quizá ambas, siempre
que sale en pantalla derrocha la
frescura que en ocasiones le falta a la serie y resulta reconfortante. Y
eso que Tessa no hace más que tomar decisiones bastante controvertidas dado el
ejemplo que ha tenido en casa, pero parece que en esta ocasión se siente amante
y amada. Espero que le resulte bien a este personaje tras las decisiones que
toma en este capítulo, de algún modo representa
la rebeldía y la inocencia al mismo tiempo.
Bill es quien resulta peor parado. Su vida marital ya es un
desastre constatado desde hace tiempo, y eso que aún no le ha estallado en la
cara la bomba que le va a llegar. Lo peor de todo es que se da cuenta de lo mucho que
depende de Virginia, todo lo que la
ama, cosa que parecía no reconocer, ese amor, y descubre que sus celos son
bastante más que profesionales. No puede aguantarlo y de nuevo pasa lo que
llevábamos capítulos esperando: su lío
con Nora Everett, la voluntaria fanática. El conflicto que surge aquí es
cuando la joven, un tanto despechada por una consumación que no se produce por
poquito, mantiene una conversación con el fanático
religioso (va de fanatismos la cosa)
que acosa a los pacientes y trabajadores en la entrada del edificio.
Dicha conversación da a entender
que se conocen de antes pero no sabemos si sólo del vestíbulo del edificio o
hay algo más. ¿Cuánto más y de qué se conocen? ¿Qué van a planear? Esto
promete.
Por último resulta brillante como
siempre Beau Bridges en su pequeña
trama como el Dr. Barton Scully. Aprovecho para decir que ya que está nominado en los Emmy como mejor estrella
invitada a una serie dramática espero que gane porque sin duda se lo
merece.
De nuevo sucede algo que por fin
pasa después de estar esperándolo varios capítulos y es que acepta salir con su
ayudante. El problema es que la cita no sale como esperaba y surge la
controversia con el “amaneramiento” sin tapujos de dos amigos del ayudante que
desemboca en una pelea en la que Barton decide no intervenir. Resulta muy curioso
lo que aquí se plantea, en su aceptación como homosexual no se siente cómodo
con los que abiertamente se comportan como más afeminados. Está ejerciendo de intolerante una persona que lucha por
tolerarse a sí mismo y su condición.
Para terminar quiero destacar de nuevo a Annaleigh Ashford como
Betty. No tiene mucho peso en este episodio pero sigue ejerciendo como
mediadora, asistente y madre de todos, y ese papel aunque no lo parezca es sumamente difícil de interpretar y que
quede bien.
Nos encontramos ante la recta
final de la temporada, quedan dos capítulos, se han dado los últimos giros a la
trama y se ha preparado la ciclogénesis
explosiva amorosa perfecta.
Eduardo Iribarren
@Eduarlittle
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