El progreso, el auténtico progreso constructivo y positivo, nunca fue
rápido ni fácil. Esa es una de las muchas lecciones que nos vienen dando Steven Soderbergh en la segunda entrega
de The Knick. Ya comentaba la semana pasada que la ciudad pretendía tener más
presencia en esta temporada y lo consigue gracias a las muestras de progreso,
de luchas internas que tiene la propia
ciudad consigo misma y que tienen los personajes de la serie. Así los conflictos raciales, la lucha de clases
e intergeneracional o la eterna pugna entre ciencia y religión, se ven
complementadas con los avances mecánicos
en la urbe que afectan directamente al reparto como los problemas de la
ambulancia, el desarrollo urbanístico
no sólo en edificios sino también con la construcción del metro, o los avances médicos que los doctores
Thackery y Edwards pretenden bien desarrollar, bien adquirir.
No teníamos claro si el Dr. Thackery iba a volver al hospital preparado
y recuperado. Ni nosotros ni ninguno de los personajes. Dicho regreso no es
nada convencional.
Para empezar el plano en el que se ve el regreso es puro Soderberg: un plano
estático abierto, un coche de caballos parando a un lado, dos hombres se apean
de él y al fondo otros dos van caminando, cuando los primeros pasan, un zoom
in nos acerca de manera artificiosa a los caminantes y escuchamos la
reacción que provoca en ellos lo que ven. A estas alturas un zoom como ese es
algo descarado que además canta a
propósito, sin embargo rozando el que
pueda quedar mal, Soderbergh consigue que quede bien y por un momento ese
recurso nos recuerda a la realización de Ocean´s eleven, que no se parece
en nada al resto de la realización de la serie.
Ya en la historia y dejando
tecnicismos, para Edwards y Bertie
es una injusticia ya que no creen que
Thackery merezca una segunda oportunidad debido a su mala praxis. El
consejo de administración del hospital tampoco va a ser muy indulgente y le
obligan a someterse a revisiones físicas
en busca de marcas de inyecciones pero sí que están deseando que su
brillante uso del bisturí llene sus bolsillos. Por otro lado es el propio Thackery el que sorprende al resto
proponiendo que su investigación versará
sobre el tratamiento de las adicciones afrontándolas como enfermedades en
lugar de como derrotas morales. Es más que evidente que el consejo no va a
tolerar los estudios del doctor sin su destreza con el bisturí.
El personaje de Tom Leary me resulta cada vez más interesante. El
que comenzara siendo un matón abusón tiene una historia y un pequeño corazón
que hemos ido descubriendo poco a poco. Uno de los aciertos hasta ahora en los
guiones en esta temporada ha sido el de entrelazar
las historias de Leary y de Cornelia. De ese modo ella se reintegra en la
ciudad encontrándose ante nuevos retos y
sucesos más allá de Edwards y del hospital como la investigación de la muerte del inspector de sanidad Speight o ayudar
a la hermana Harriet (Rose en realidad aunque no sea una rosa). En estas
dos historias a Leary se le necesita para desenterrar
a Leary de manera clandestina (con sorpresa incluida) y poder practicarle
una autopsia, y por otro lado el caro
abogado al que el conductor de la ambulancia ha contratado para liberar a
la antigua monja requiere un dinero que
Cornelia, quien requirió los servicios abortivos de Harriet, está mucho más cerca de conseguir que
el propio Leary.
Finalmente Thackery se da cuenta de que Edwards oculta algo y aunque en este
punto casi resulten antagonistas, el primero es la única opción del segundo
para que le pueda realizar una precisa intervención ocular sin que nadie se
entere y que tenga éxito.
Los demonios de Thackery van a jugarle una mala pasada en forma de
alucinaciones de la niña a la que perdió o de grifos por los que corre sangre..
Aunque ya no consuma drogas duras, el vicio está bien arraigado en él. Alcohol y libertinaje acompañado con
prostitutas no tardan en llegar a su vida, aunque por lo menos es honesto con la enfermera Elkins a pesar
de partirle el corazón. Espero que esta última historia, la más romántica
de todas las que hemos visto, no termine demasiado mal. Todavía nos quedan unos
cuantos episodios y muchas sorpresas que estoy seguro por lo visto hasta el
momento, no nos van a defraudar.
Eduardo Iribarren (@Eduarlittle)
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