domingo, 4 de octubre de 2015

El regreso de Les Revenants


Dos años y medio se ha hecho esperar el regreso de esta serie francesa de culto, a mi juicio más motivada por la adaptación americana que por otra cosa. De todos modos me complace mucho volver a la ciudad del pantano y ver qué fue de los que allí se quedaron y de los fallecidos.

Los hechos transcurren seis meses después de la conclusión de la primera temporada. Personalmente hubiera dejado ahí cerrada la historia, sin resolver las cuestiones, tan sólo habiéndonos centrado en el drama de los personajes. Ahora la serie se ve obligada a dar respuestas, a ir más allá y temo que explicando demasiado empiece a recibir críticas tal y como ocurrió con Perdidos.

El salto temporal permite introducir a uno de los que van a ser personajes principales, Berg, quien ajeno a la comunidad llega a investigar lo ocurrido en la ciudad y en el pantano. El agua ha hecho estragos en la ciudad custodiada por el ejército, la mayoría de los vecinos se han marchado y no hay explicación para la crecidas del pantano y por qué aumenta el caudal en unas zonas y en otras no. Para colmo nos volvemos a encontrar situaciones en las que hay quien no puede abandonar la ciudad o llegar a ella. Esto de nuevo vuelve a recordarnos a Perdidos.

Lo que se mantiene es ese ambiente opresivo y triste a pesar de la belleza del paisaje. La fotografía gris, las nubes o en cuanto escuchamos las primeras notas de la cabecera, obra al igual que el resto de la banda sonora de Mogwai, ya nos hacen estremecernos, acurrucarnos en el sofá y estar dispuestos a aceptar lo que nos echen.

No haré spoilers, tan sólo contextualizaré los dos primeros episodios que se estrenaron esta semana pasada.

El primer episodio titulado Lénfant (el niño), se centra en la pesadilla que sufre Adéle embarazada de uno de los retornados, su ex-prometido Simon. Con un embarazo ya avanzado rechaza al niño, no quiere ni sentirlo dentro y al mismo tiempo teme que salga al mundo.

El segundo, titulado Milan, nos presenta a un nuevo resucitado muerto hace una treintena de años y metido en asuntos muy turbios que no sabemos hasta dónde llegan pero que creo que tendrán más que ver con la trama principal de lo que podamos pensar.

La clave de la temporada, entre otras cosas, parece centrarse en las diferencias de los dos frentes principales. Por un lado dentro de la gente que permanece viviendo junto al pantano está la “secta” de La mano tendida a la que no creen desde fuera de la ciudad pero que va recibiendo algunos creyentes. Por otro lado tenemos a los “retornados”, los muertos, organizados y con un plan, quienes viven juntos en una comunidad a la que no se puede acceder a pie sino atravesando el lago. El lugar donde viven es estremecedor a la par que normal, como en la mejor película de miedo. Es extraño como algunos de los fallecidos actúan normal como en la primera temporada pero otros que no son protagonistas, por supuesto, parecen actuar como zombies.

Una nueva oleada de regresos se está produciendo, el ejército no quiere creerlo y parece haber una especie de pugna por hacerse con los nuevos resucitados entre los vivos y los muertos.


Una de las cosas que más mal rollo me dan es que si bien suele ser un problema trabajar con niños en series ya que con el paso del tiempo cambian mucho físicamente, en este caso tanto Victor, mejor dicho Louie, como Camille parecen no haber crecido en absoluto entre el rodaje de la primera y la segunda temporada.

Eduardo Iribarren (@Eduarlittle)

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