lunes, 23 de noviembre de 2015

The Knick 2x06: "There are rules"

Con más de un siglo de distancia temporal es sencillo criticar, es sencillo juzgar. Frente a los retos médicos que observamos en The Knick, hasta los no iniciados en la medicina como un servidor nos sentimos auténticos expertos inundados de sabiduría. Tal es la evolución de la ciencia y su presencia en la vida cotidiana hoy, tal es la información que nos dan los especialistas que, si bien muchas veces no es conveniente creer que sabemos más de lo que sabemos, el conocimiento nunca está de más.

Qué fácil nos parece resolver los rompecabezas a los que se enfrentan los médicos de la serie gracias a datos que puede que simplemente conozcamos de manera vaga y de oídas. Todos sabemos que la radioterapia es útil para el tratamiento de tumores, todos conocemos la capacidad de regeneración del hígado, pero como en toda aventura, como en todo viaje hacen falta unos pioneros que se atrevan a explorar para que hoy podamos señalar determinados puntos en un mapa. Lo realmente difícil en cada momento, en cada época y en cada situación es determinar los límites. ¿Hay realmente límites? ¿Qué lugar hay para la ética? ¿En qué punto chocan ciencia y humanidad si es que lo hacen? ¿Qué es realmente la humanidad?

En el capítulo de esta semana nos encontramos dos frentes claramente definidos y que ya he mencionado: la ciencia y la humanidad. Las múltiples tramas entremezclan dichos frentes teniendo más peso en un primer momento la ciencia para poco a poco, aunque nunca estando ausente, tomar más presencia la humanidad.

En los aspectos científicos somos testigos de cómo en primer lugar el Doctor Thackery en busca de posibles inspiraciones, casos o conocimiento visita un “freak show”. Allí sin duda comienza a acercarse a la verdad acerca de los problemas de las adicciones y considera que, de algún modo no físico, el cerebro de alguna manera rige las decisiones y conductas del individuo. Para esa conclusión se inspira en un hipnotizador y, aunque su experimento no llega a buen puerto, se encuentra más cerca de lo que cree de la verdad.

En dicho espectáculo de “monstruos” se topa con unas siamesas que le atraen inevitablemente, las examina y determina la posibilidad de separarlas. Sólo comparten un órgano, el hígado, y ha encontrado la manera de seccionarlo sin que se desangren. Sus compañeros de quirófano toman buena nota. Me encanta el plano de los cuatro doctores observando la intervención a un perro para la demostración.

Thackery y su equipo frente a las siamesas
Bertie no puede esperar más y toma la determinación de operar de manera clandestina a su madre en un quirófano del hospital donde trabaja, el Monte Sinaí, ayudado por el Dr. Edwards. Allí experimentan en un todo o nada con la radioterapia. De nuevo observamos a unos pioneros.

Por último en lo que a la ciencia respecta, el Dr. Edwards quiere llevar a cabo un procedimiento acerca del que ha teorizado sobre la operación de hernias, quiere operar a Garrison Carr a petición del mismo tras informarse de sus escritos.

¿Dónde he dejado la parte de la humanidad? Aquí viene. He querido separarlas porque prefería antes esclarecer un poco o quizás dudar, acerca de lo que significa dicha palabra. La humanidad se suele otorgar como cualidad positiva a las buenas acciones, a la piedad o la empatía, sin embargo para poder entender realmente lo que es hace falta abrir la perspectiva. En este episodio queda patente cómo las consecuencias de la humanidad pueden ser positivas o negativas así como las motivaciones. No sólo la piedad o la generosidad nos hacen humanos, claro que no, de hecho lo que más nos suele definir es nuestra imperfección, nuestras debilidades, nuestros deseos, nuestros pecados y nuestros límites.

Bertie lucha en el quirófano por la vida de su madre
Para empezar un circo de “monstruos” como al que acude Thackery es un lugar para bien asombrarse o bien reírse de personas diferentes. Nada más humano que la discriminación, que la necesidad de sentirse por encima de especímenes diferentes para sentirse más homogeneizado e integrado en la tribu. Eso es egoísta y escalofriante. Hoy es más difícil encontrar cosas así pero se siguen encontrando, no lo neguemos.

El caso de las siamesas es espeluznante pero no por el aspecto médico sino por su situación legal. Viven en un régimen de esclavitud legal porque su “dueño” está nombrado como su tutor ya que al parecer se las considera inferiores. Dicho dueño se aprovecha de ellas para ganar dinero, las convierte en un espectáculo, no las trata como humanas sino como ganado, las deshumaniza y eso es lo que le humaniza a él, sus pecados de avaricia y soberbia. A Thackery le cobra por examinarlas, las ofrece para que le sirvan sexualmente incluso y, finalmente, se opone a una separación de su pareja de hacer dinero mientras el médico sólo piensa en darles libertad, tal y como Prometeo donó el fuego a los hombres.

En el caso de Bertie y su padre ante la operación a su madre nos topamos con la necesidad de luchar contra la muerte. Ciencia y humanidad colapsan. Los límites quedan trazados por duplicado: se los saltan operando en la clandestinidad obviando las normas del hospital, y se encuentran con unos límites de la ciencia que aún no ha conseguido superar en dicha intervención. El resultado es la pena por la muerte y el castigo de la expulsión del hospital. Aunque por otro lado la ciencia ha dado un paso más hacia el perfeccionamiento de la técnica gracias al atrevimiento de la humanidad.

Un abusón y una abortista representan aquí la bondad
La evolución social también es un aspecto de la humanidad. Este aspecto lo hemos tratado casi semanalmente en la serie. Ahora es Edwards quien a través de Thackery y Robertson pretende conseguir el permiso para operar a un paciente negro con su nueva técnica en el Knick. Sin embargo parece que todavía es demasiado que en un hospital importante con un lujoso quirófano, un médico negro opere a un paciente negro.

Tratados los temas de ciencia y humanidad, no olvidemos otras tramas menores que se ciñen más a la humanidad en sí y que no ocupan tantos minutos en el episodio:

El bueno de Tom Cleary no soporta el trato que la hermana Harriet está recibiendo y casi le ordena que deje a las monjas que encima roban el dinero que él le manda y vaya con él.

Cornelia continúa la investigación de la muerte del inspector de sanidad y descubre que los pasajeros de primera y segunda clase tienen muchas más facilidades para pasar los controles médicos en la llegada a Nueva York. La inmigración fue y es diferente según las clases y el dinero.

Hablando de dinero, Barrow enseña el apartamento al que puede acceder a su futura pareja cuando pueda pagar su salida de la prostitución aunque aún debe pagar hasta por un arrebato en ese momento.

Bertie se reencuentra con Lucy al volver al Knick y quedan como amigos actuando de manera muy madura, del mismo modo la madurez total parece que le va a llegar cuando Genevieve le dice que el fin de semana tendrán el apartamento de ella para ellos solos.

Thackery ante la imposibilidad por parte de su ex de aguantarle en casa como si fuera un mero amigo se deja llevar por sus sentimientos y la besa.


Este episodio me ha parecido fascinante, se puede resumir en la reflexión de Bertie acerca de que es necesario saltarse en ocasiones los límites para avanzar. El problema es saber dónde fijarlos de nuevo.

Eduardo Iribarren (@Eduarlittle)

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